
Muchas veces por sentirnos frustrados, molestos, furiosos decimos una serie de barbaridades, de los que luego nos arrepentimos, porque no es realmente lo que sentimos.
Cuando el niño o la niña no cumple con las reglas que su madre le impone, como mantener la habitación de juegos en orden y día tras día se le recuerda esta obligación, nadie podría culpar al padre o a la madre que le grita...